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miércoles, 13 de julio de 2016

PUTIN SOBRE LA PRENSA OCCIDENTAL

Al final de Foro Económico de San Petersburgo, a mediados del mes pasado, el mandatario ruso, Vladimir Putin, se dirigió a los periodistas extranjeros presentes y lamentó que la prensa occidental repita "grandes cuentos" que le "unta" a los habitantes de buena parte del mundo. Putin se quejó de la pereza de este periodismo al que acusó de no tener el sentido de impedir el peligro. "¿Entienden que el mundo está siendo llevado en una dirección irreversible, preguntó Putin?". Se refería al peligro (nuclear) que supone el escudo antimisiles europeo. "Yo ya no sé cómo llegar hasta ustedes", dijo Putin. No es la primera vez que dice algo así. Putin ya había dicho durante la crisis ucraniana que no había modo de que los dirigentes occidentales escucharan.
       La actitud occidental parece ser una mezcla de varias cosas. Pueden estar regodeándose en su propia ignorancia y en estereotipos. Desde luego, los "aliados" creen haber ganado indiscutidamente la Guerra Fría y tener por ende derecho a lo que se conoce como el "trofeo de guerra" o reparto del "botín". Necesitan un conflicto tras otro no solo para saquear y evitar el derrumbe propio, sino para darse una sensación de inmunidad ("a mi nunca me sucederá") que pueden terminar creyéndose, al igual que la "sensación de invulnerabilidad". Pueden estar subestimando a quien creen "vencido" -creyendo que quiere paz por debilidad y para no seguir perdiendo- como si no hubiera empate posible (a diferencia de los años '70) y el mundo solo pudiera estar dividido entre ganadores y perdedores (!vean, el perdedor pide paz después de todo lo que "nos" hizo!). Están en una competencia en la que la ganancia de uno es la pérdida y quiebra del otro, porque así es el capitalismo, así que la sobrevaloración viene de creerse que si uno ganó es porque el otro está irremediablemente perdido y solo para el perdedor habrá consecuencias de un acto torcido (para el ganador, es gratis): "yo estoy bien, tu estás mal" es un mecanismo insidioso que impide toda autocorrección de errores e incluso que anula las evidencias de que se está errando. Finalmente, el escudo antimisiles, según lo recordó Putin, se justificó con una supuesta "amenaza iraní" ya inexistente (suponiendo que haya sido real), pero cuando se miente repetidamente difícilmente se puede volver atrás, menos si hay además, en todo lo enumerado, ganancias de por medio y la creencia de su gratuidad (sin costos). Alguien que miente, que se cree con derecho a rematar al supuesto vencido, que se siente inmune e invulnerable, infalible y "del buen lado de la Historia" (para parafrasear al mandatario estadounidense Barack Obama), que niega evidencias y pago por las consecuencias de sus actos y que no puede renunciar a ninguna perspectiva de ganancia (real o ficticia) no es, obviamente, alguien que esté bien. Sin embargo, el habitante occidental promedio cree que sí lo está -por lo que es ciego a su propia conducta- porque con un poder puede permitírselo todo y desconocer los límites. ¿Para qué tanta vuelta? No hay peor sordo que el que no quiere oír ni peor ciego que el que no quiere ver.

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