Es relativamente sencillo probar que las grandes potencias occidentales colaboraron activamente con el nazismo alemán, aunque ahora la Historia se cuente de otro modo.
Un país que destacó por su colaboracionismo fue Francia bajo el régimen de Vichy. Colaboró, por ejemplo, Eugéne Schueller, PDG (presidente director general) de la empresa l'Oréal (¿suena conocido, no?), cuyos beneficios se cuadruplicaron entre 1940 y 1944. Miembro de la extrema derecha de La Cagoule (Comité Secreto de Acción Revolucionaria, CSAR), Schueller no fue castigado y fue protegido en la posguerra con la ayuda de su amigo -otro conocido- Francois Mitterrand.
Otros colaboracionistas fueron los Dubonnet (sí, los de los aperitivos). El salón de los Dubonnet era frecuentado durante la guerra por oficiales alemanes y Mme Dubonnet llegó a ser intérprete en una recepción a Hermann Goring -lugarteniente de Hitler- en la embajada de Alemania en Francia. Al igual que l'Oréal, Dubonnet se enriqueció durante la guerra y llegó a fabricar aperitivos y jugos de fruta en Alemania.En las listas alemanas, los Dubonnet aparecían como "colaboradores notorios".
Con la ayuda de la sociedad esotérica "sinarca" y La Cagoule, colaboró también Francois Peugeot, junto con Louis Renault (de la misma manera en que Coco Chanel está en la lista con l'Oréal).
Algunos quedaron como "colaboradores dudosos" según las listas alemanas: fue el caso de Jean Hennessy, propietario de la famosa marca de coñac.
Estos nombres aparecen al filo de la narración de un libro de reciente publicación de Annie Lacroix-Riz (Les élites francaises entre 1940 y 1944/Las élites francesas entre 1940 y 1944), al lado de grandes grupos industriales y bancarios. A partir de 1943, Philippe Pétain le preguntaba poco más o menos a los alemanes ya estratégicamente derrotados en el frente soviético: "¿les incomodaría que nos aliáramos con los estadounidenses?". De hecho, empezó el peregrinaje para ver en Suiza a Allen Dulles, "negociador" estadounidense. Entre los miembros de La Cagoule y sinarcas y Allen Dulles torpedearon todo lo que pudieron a Charles de Gaulle, para asegurarse de que al final de la guerra no hubiera "depuración".
Algunos más -como el patrón de origen normando Brunelle, padre de la conocida girl scout Francoise Brunelle (una redentora francesa de poetas afganos), madre de tres vástagos ladrones consumados y de intrigantes- fueron rescatados en mala hora por amistades personales, como lo fue Coco Chanel (se supone que gracias a sus contactos con el primer ministro británico Winston Churchill, quien aparece en reiteradas historias colaborando con los nazis) . Al rato, los colaboracionistas se re-apoderaron de las palancas de la sociedad francesa -siendo expertos en convertirse en "amantes de lo ajeno", como suele ocurrir dentro de tantas familias, francesas incluidas- y la "clase política" gala se convirtió, ella también, en famiglia política a la sombra del proyecto germano-estadounidense, el de la Comunidad Económica Europea y a la larga del euro. Desde 1940-1944, esta familia de propietarios había entendido que no sobreviviría -o que sería en todo caso muy costoso- sin saber venderse al mejor postor, dejando en el camino toda lealtad a Francia (!que se llene de metecos afganos!).
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