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lunes, 31 de octubre de 2016

EU: ¿PENSANDOLO BIEN?

     Existen muchos indicios de que el capitalismo no ha logrado, en términos generales, salir de la crisis que estalló en 2008. Dos de los indicios más importantes son las tendencias deflacionarias, instaladas hoy sobre todo en Europa, y el endeudamiento gigantesco de los sectores público y privado (China incluida, Rusia excluida). Del resultado de la elección estadounidense -que arriesga convertirse por lo demás literalmente en fraude- dependerá que el capitalismo (por lo menos el mismo estadounidense) intente la reanimación productiva (para lo cual por lo demás pueden ser útiles, aprovechadas de otra manera, las tecnologías de la información y el conocimiento, Tics), contagiando tal vez a otras regiones (aunque probablemente limitadas), o que, sin siquiera entender lo que está haciendo, la masa estadounidense vote -como ya lo hizo la intelectualidad latinoamericana y caribeña, que ya está mentalmente invadida- por el capital trasnacional que a estas alturas juega contra la reanimación productiva estadounidense y simplemente a favor del goce de la renta desde Wall Street hasta quienes pueden agenciársela aunque sea de muy mal modo en la clase media e incluso en una parte de los sectores populares. Resulta vergonzoso que esa intelectualidad esté pidiendo a gritos que la ocupen económicamente y mentalmente -ya no es necesaria la milicia- pasando de tratados de por sí bastante lesivos como el TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) a "platos fuertes" como el  Acuerdo Trans-Pacífico de Cooperación Económica.
       El candidato denostado ha propuesto (una presentación punto por punto está hecha por Paul Craig Roberts en The 4th Media) parar al capital trasnacional sin medidas brutales: no habría el Acuerdo mencionado más arriba, por ejemplo, pero el TLCAN sería probablemente renegociado (no forzosamente suspendido) y la inmigración criminal detenida (el problema, antes que los inmigrantes ilegales, son los cerca de dos millones de inmigrantes criminales), China tendría que dejar de jugar chueco (porque lo hace con la sobre-explotación laboral y la moneda) y se premiaría la inversión productiva (entre otros sectores en el energético y en proyectos de infraestructura en Estados Unidos, lo que recuerda en parte a Franklin D. Roosevelt), salvo que de lo que se esté tratando, en la mente de los globalizadores y sus lacayos tercermundistas, sea de beneficiarse de las migajas trasnacionales sin importar que sea incluso a costa del imperio. La clase media (¿no dicen quererla todos?) estadounidense tendría reducciones importantes de impuestos (para reanimar el poder de compra: por ejemplo, una familia de clase media con dos hijos tendría rebajas de impuestos de hasta 35 %, además de facilidades para adultos mayores y niños, deducibles de impuestos); se haría lo posible por castigar (mediante tarifas desincentivadoras) a quienes sacan el dinero a paraísos fiscales, se liberarían muchos medicamentos retenidos por la FDA (Food and Drug Administration, que tiene la friolera de cuatro mil medicamentos "en espera" con razones con frecuencia poco claras) para salvar vidas y dicho sea de paso, se mejorarían las oportunidades educativas (con una mayor supervisión de las comunidades) y la seguridad (con mayores recursos contra el crimen, las drogas y la violencia). Por lo demás, se haría una gigantesca reforma para limitar el sistema de grupos de influencia -en particular los de los foráneos, que son de vasallos- y la corrupción que carcome con "intereses especiales" la política estadounidense.
       De otro modo (triunfo de la generala Orwell y de la alta finanza), ciertamente se seguiría medrando en el "fin de la Historia", pero no está de más escuchar a economistas serios, aunque no compartan la tesis de que la crisis es de sobre-acumulación y sobre-producción. Alejandro Nadal escribía en el rotativo mexicano La Jornada lo siguiente hace poco: "la crisis de deflación que hoy presenciamos es el resultado de poderosas inercias derivadas del súper endeudamiento que mantuvo artificialmente los niveles de crecimiento del decenio anterior a la crisis. Los niveles de endeudamiento a escala macro-económica son extraordinarios y se sitúan en el orden del 225 por ciento del PIB mundial. Unas dos terceras partes corresponden al sector privado (hipotecas y préstamos corporativos). Es evidente que estamos frente a un círculo vicioso en el que el estancamiento hace difícil que los agentes paguen sus deudas, pero el excesivo endeudamiento conduce a un freno en la demanda y la inversión. Hay que añadir que los episodios de volatilidad estarán agravando esta situación en los próximos años. La crisis deflacionaria se traduce en lo que ya se está comenzando a llamar la Larga Depresión". Con la generala Orwell -such a nasty woman-no se saldrá de este proceso (que algunos llaman tendencia instalada al estancamiento secular del capitalismo), de la decadencia con la pretensión de inmovilizar el tiempo (tal vez ni la gerontocracia soviética era tan idiota, tan ciega y tan sorda, ya que terminó por tratar de reaccionar, así resultara de lo más torpe) y con la posibilidad de cerrar lo que Nadal ha llamado "la última fiesta de la globalización" con el broche de oro -!en serio, qué buena está la fiesta!- de alguna estupidez bélica mayúscula.

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