El portal venezolano de Aporrea publicó recientemente un sutil artículo de Norberto Domínguez Contreras, en el cual éste criticaba a la canciller del país sudamericano, Delcy Rodríguez, por reducir la derrota del chavismo en las elecciones legislativas del 6 de diciembre a un problema, claro está, de arriba y de afuera: de la derecha y el imperio. Nadie lo niega, este factor. Sin embargo, el autor del artículo recordó la altura de Elías Jaua, ex funcionario de Chávez que en algún momento llamó a resolver "desde adentro y desde abajo".
La muy mala influencia de la Revolución Cubana siempre ha hecho que todo sea atribuido a lo que sucede "arriba y afuera": si en Cuba hay muchas cosas que no funcionan es, claro está, por el bloqueo estadounidense. Esa misma influencia ha hecho que, en nombre de una vanguardia que lo superó todo, incluyendo el "dogmatismo" y el "marxismo tradicional", Cuba, secundada por "sus" intelectuales y por el "nuestroamericanismo" (como el de Claxon), haya promovido a quienes nunca quisieron abordar el problema de las clases sociales en América Latina, mucho menos desde adentro y desde abajo, y ni se diga para desalojar a los criollos y sus variantes. Todo se redujo a contrastar, mediante la Dependencia (una teoría de padre berlinés con cuatro hijos brasileños, una recientemente fallecida, otro hoy ex presidente, uno más escritor de folletos, no libros, sobre la sobreexplotación y un último de "lujo" -según la televisión argentina- con barba blanca y pelo rojizo), imperialismo a "nacionalismo", la "cosa nuestra". El dependentismo sostuvo así en la teoría (hay incluso uno de sus autores que en 79 años de vida insinúa en su blog haber escrito 111 libros, entre los cuales solo parece faltar Memorias de mis putas tristes) lo mismo que Cuba trató de hacer en la práctica, con una monumental falla de lógica: la de querer pasar del atraso al socialismo.
¿Dónde está la falla? En que, en principio, se pasa del capitalismo al socialismo (o de un modo de producción a cualquier otro, si el antojo del momento es volver a la comunidad primitiva) o del atraso al adelanto, o, si se quiere, del capitalismo atrasado al socialismo con adelanto, si de lo que se trata es de salir adelante (salvo que se trate de un juego de cangrejos que ni a Lenin se le ocurrió, puesto que promovió la NEP -Nueva Política Económica- en los años '20 del siglo pasado para servirse del capitalismo y desarrollar el socialismo). Cualquier otra operación, por muy brillantemente anticomunista que sea (saltarse la fase democrático-burguesa, tal y como suena), corre el riesgo de pasar del capitalismo atrasado al socialismo atrasado (falto de democracia, entiéndase que de capacidad para escuchar la crítica y debatir, y para conseguir una mínima eficiencia económica de mercado): como no se sale del atraso, en la transición del capitalismo al socialismo simplemente "la cosa" no se mueve, lo cual es lógico, puesto que no se ha pasado del atraso al adelanto, aunque el atraso haya cambiado de nombre Todo el truco consiste en no explicar el atraso por ningún factor interno, sino por "lo de arriba y lo de afuera", de tal modo que se arma el aquelarre contra el imperio y se "rompe la dependencia" sin mover un dedo para cambiar "desde adentro y desde abajo" (!por Dios, un señorito o una doña nunca se agachan!)
Todavía los hay que andan buscando burguesías inexistentes a las cuales combatir y culpar (en su versión dizque "lumpenburguesa", para seguir al berlinés con modelos y sin modales), como si fueran compatibles atraso y burguesía (incluso burguesía adelantada, cuando por lo general es a lo sumo compradore o apenas llega a oligarquía). Cualquiera (Fernando Fajnzylber y su "casillero vacío", por ejemplo) sabe que para salir del atraso y pasar al adelanto hay que hacer dos cosas desde abajo y desde adentro: además de una democratización social y política real (en vez de asambleas callejeras vociferando al infinito), una reforma agraria y la creación de una industria seria (con "industrias industrializantes"). Pero no: en vez de ponerse a trabajar, es preferible irse a la charla del de cabello medio rojizo -otro de la "banda de Rousseff"- que auguraba la Gran Salida de la Epoca Neoliberal hasta hace pocas semanas. Si "el asunto" falla, nunca seremos responsables de nada, ya que el problema está fuera de nosotros y arriba o encima de nosotros. Todo ha ocurrido en nosotros pero sin nosotros: !en verdad, amerita otra vuelta a la peña folclórica y otro trago, ahora que no hemos vivido la vida, sino que ésta nos ha vivido a nosotros, siendo cruel con nuestra irresponsabilidad!
Eso sí, por si "el proceso" llega a fallar, hay que precaverse, desde arriba y desde afuera, llenándose los bolsillos o llenándoselos a los hijos: desde los miles de cubanos que arriesgan lo que sea (tipo un paso por el Ecuador o por Centroamérica y México) para llegar al paraíso de "allá arriba y allá afuera" (!Cuba es incapaz de decir algo serio al respecto!) hasta el ex comandante o cantautor sandinista con negocios "allá arriba y allá afuera" (desde la empresa en Costa Rica hasta el hijo en la guerra de Iraq). Ciertamente, los "neokeynesianos" reparten un poco mejor que los "neoliberales", pero cualquier bandido criollo -de izquierda o de derecha- nacido y crecido en América Latina ha aprendido con el biberón que se avanza siempre "desde arriba y desde afuera", nunca "desde abajo y desde adentro", salvo que se padezca de idiotismo. Este bandidaje criollo termina desarmando sistemáticamente a un pueblo convidado a escoger entre un patrón "bueno" y uno "malo", a sabiendas de que los dos robarán, y a estar en el atraso perpetuo, con capitalismo o con socialismo. Lo de "bueno" es relativo, si éste es el consejo de un burócrata bolivariano, reproducido en Aporrea: "nunca hagas equipo con alguien a quien no puedas comprar". Vaya.
Terminan los bandidos criollos quejándose de lo ocurrido "allá arriba y allá afuera" y de la ingratitud de los que están "adentro y abajo", después de haber intentado ser maliciosos con todos: con los de afuera, los de arriba, los de adentro y los de abajo.
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