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sábado, 12 de diciembre de 2015

PANAMA: TRES MANERAS DE HACER (CASI) LO MISMO

Con negocios se "desideologizan" las cosas, según pareciera probarlo por ejemplo Haití, donde el próximo presidente tal vez sea un negociante de plátano, bananaman Jovenel Moise (salvo que su rival Jude Celestin dé la sorpresa), luego de que en la figura del actual presidente, Michel Martelly, cupieran desde simpatizantes de René Préval hasta de Michel Francois, jefe policíaco de mala muerte acusado de crímenes contra la Humanidad y entre los promotores -arropados por Martelly en sus discotecas- de la expulsión del poder de Jean-Bertrand Aristide.
     Con negocios se "descafeinó" el socialdemócrata Partido Revolucionario Democrático (PRD) panameño, de vuelta al poder en los años '90 con un presidente, Ernesto Toro Pérez Balladares, que había sido gerente de crédito corporativo de Citibank para Panamá y Centroamérica, en los '70. Martín Torrijos Espino, presidente un poco más adelante (2004-2009), cadete de Wisconsin en Estados Unidos, fue gerente administrativo y de operaciones de un McDonald's de Chicago por cuatro años y asesor económico de firmas internacionales de comunicación, construcción, agroexportación e industria marítima.
      Tal pareciera que, viendo que el asunto era de negocios, una parte de la masa panameña decidió que fueran muy abiertos. Así fue electo un empresario, Ricardo Martinelli (2009-2014), dueño de una cadena de supermercados, Super 99, y de varias otras empresas, no pocas. Que fuera hombre de negocios no fue garantía de transparencia: Martinelli, refugiado en Miami luego de su mandato, perdió el fuero, al igual que su esposa, Marta Linares de Martinelli y su hijo Ricardo Alberto, todos metidos en la corrupción. Entre otras cosas, Martinelli Linares fue acusado de obtener de manera irregular una concesión del Estado a favor del grupo Inversión Mundial, S.A., para comercializar el bingo televisivo Buko Millonario. Linares de Martinelli fue acusada a su vez de hacer negocios en perjuicio de la administración pública en el Programa de Ayuda Nacional. En cuanto al mismo Ricardo Martinelli, se vió involucrado en peculado y corrupción en compras de comida deshidratada para escuelas públicas, en sobrecostos y pago de sobornos para infraestructura pública multimillonaria, en la obtención de información bursátil privilegiada (escándalo casa de valores Financial Pacific) y en gastos desorbitados para "consultorías" en imagen.
     Como alguna gente del equipo de Macri en Argentina, señaladamente en Buenos Aires, Martinelli aprovechó sus privilegios para espiar ilegalmente a sus opositores. Gran parte de la masa panameña apenas cambió: eligió a un antiguo integrante del gabinete de Martinelli, Juan Carlos Varela ("arnulfista", entiéndase que parte de la peor oligarquía interiorana de Panamá), peleado a muerte con el de los supermercados y dueño a su vez de una conocida compañía de venta de licores y accionista de varias emisoras de radio, entre otros negocios del Grupo Varela-Varela Hermanos. Desde que "transitó a la democracia" y quedó sin militares en el gobierno (y sin ejército), la masa panameña ha podido elegir entre distintas formas de ser explotada por el mundo de los negocios, en el cual Martinelli consiguió, entre otros éxitos, el de llegar al top 15 de la corrupción mundial, según Transparencia Internacional.

FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...