No existe en América Latina relación directa entre gobierno de izquierda (o centro-izquierda) y corrupción: esta ha sido mínima (en el liderazgo/cúpula) en Chile, Perú, Bolivia, Ecuador, Uruguay, El Salvador e incluso en Cuba (un país en muy buena posición en este terreno). En cambio, sí suele haber en la región relación directa entre gobiernos de derecha y corrupción, como ha sucedido en Chile (con el hoy ex mandatario Sebastián Piñera), México (en particular durante el primer sexenio de Acción Nacional), Paraguay, Panamá, Guatemala, Colombia (con Alvaro Uribe) y Haití. No hay relación directa entre corrupción y "moderación" o no moderación de discursos y prácticas: el muy moderado Brasil está dando muestras de bastante corrupción, al igual que la radical Venezuela. Al menos de acuerdo con Transparencia Internacional, Chile y Uruguay son los dos países menos corruptos de América Latina; los más corruptos son Paraguay, Venezuela, Haití, Honduras y Nicaragua (dos con gobiernos de izquierda), con Guatemala y República Dominicana pisando los talones (y Ecuador con problemas "en medio"). El problema está en saber qué hacen algunos gobiernos de izquierda en "puestos tan altos" (Argentina también lo ha estado, por cierto, en un lugar muy cercano al de México, contra lo que pudiera pensarse del supuesto"desarrollo" del país sudamericano y de lo -también supuesto-"horrendo" de México).
Hay casos sorprendentes pero frecuentes, como el del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), fundado en 1973 por el ilustre ex presidente Juan Bosch. Hace rato que el PLD se encuentra en problemas de corrupción: en concreto, desde que llegó al poder y entraron como miembros de la organización empresarios como el dueño de bancas de apuestas Juancito Sport, Juan de los Santos, por poner solo un ejemplo. El oportunismo se hizo también visible durante la presidencia de Leonel Fernández (la primera fue en 1996-2000, la segunda en 2004-2008), cuando con tal de tener puestos políticos como Danilo Medina estuvieron dispuestos a pactar con quien fuera, balagueristas incluidos-partidarios del ex mandatario Joaquín Balaguer, quien practicó un duro terror contra sus opositores. . El PLD quedó a merced de quienes se metieron a financiarle sus campañas y de fondos "discrecionales" del presidente para programas sociales (Programa de Empleo Mínimo Eventual, Programa de Acción Barrial, por ejemplo), además del dinero de privatizaciones de empresas públicas. Los culpables no fueron castigados. El actual presidente dominicano, Danilo Medina (desde 2012), no tuvo problema en pactar con de los Santos, pese a las denuncias contra éste por manejos turbios. República Dominicana se ha sumado así a los gobiernos de izquierda con serios problemas de corrupción.
La relación que curiosamente sí existe -sin ser generalizada- es entre países con antecedentes más o menos recientes de dictaduras y corrupción: son los casos de Venezuela, Paraguay, Haití y Nicaragua. Con la excepción de Paraguay, son varios de los países que Juan Bosch describió en su Póker de espanto en el Caribe, aunque incluyera a la Cuba de Fulgencio Batista y la República Dominicana de Rafael Leonidas Trujillo. Esto abona en el sentido de una mayor proclividad de la derecha a la corrupción (lo mismo ocurre en Guatemala), y es por el mismo motivo que algunas izquierdas hubieran debido seguramente apresurarse a dar ejemplo de otra relación con el bien público.
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