Cualquiera que esté siguiendo la campaña presidencial en Estados Unidos puede saber quién defiende el libre comercio y quién no. El actual mandatario de Estados Unidos, Barack Obama, ha seguido promoviendo esta "libertad" con los acuerdos transpacífico (Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica) y la Zona de Libre Comercio Transatlántica.
Estos son los resultados del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en Estados Unidos, más allá de ruinas como las de la agricultura y la pequeña y mediana industria mexicanas, que aumentaron la emigración de mexicanos a los mismos Estados Unidos.
-700 mil puestos de trabajo se fueron de Estados Unidos a México, pero obviamente aprovechando una mano de obra más barata. Los estados más afectados han sido Texas, California, Michigan y otros, en particular los del llamado rust belt, el cinturón industrial del noreste.
-las empresas estadounidenses adquirieron mayor poder de "negociación" -como se le llama hoy al chantaje- al poder decirles a los los trabajadores que acepten la contención salarial y la destrucción sindical, ya que de lo contrario esas mismas empresas se irán a México.
-Eric Draitser, en Counterpunch, recomienda una gira por las carreteras interestatales 80 y 90 (que atraviesan New Jersey, Nueva York, Pennsylvania, Ohio, Indiana, Michigan, Wisconsin e Illinois) para disfrutar del "espectáculo" de fábricas abandonadas, pueblos y ciudades semi-desérticos y poblaciones muy afectadas por el desempleo y el resquebrajamiento social. Este es el tipo de cosas que Estados Unidos obviamente no muestra, como tampoco muestra los resultados reales de la "economía de servicios" que ha remplazado trabajo por "ocupaciones" chatarra.
Si este es el resultado a poco más de 20 años del TLCAN, quienes respaldan a los partidarios del "libre comercio a toda costa" tienen dos opciones: negar los hechos, o por lo menos decirse a sí mismos que son partidarios no solo de arruinar a México y otros países de Latinoamérica con acuerdos similares, lo que no les importa demasiado, sino también de entrar, eso sí, en posición de criollo, a la decadencia estadounidense. Es tanto como decirse que más vale ser decadente en el Primer Mundo que progresar de verdad, así sea sin tanta opulencia, en el Tercer Mundo. O, dicho de otro modo, lo ideal es sacar ventaja de ambos mundos sin querer a ninguno: que el criollo no quiere a su patria se sabe, pero suele sospecharse menos que tampoco quiere a la del patrón, salvo por lo que pueda recibir de ella. Quedaría por saber si el criollo por lo menos se quiere a sí mismo, algo que no indican ni la megalomanía en casa ni el complejo de inferioridad en la del patrón. ¿Estamos arriba, abajo, a la izquierda, a la derecha o alrededor? En todo caso, estamos a un nivel cercano al de Plaza Sésamo, y ciertamente es divertido.
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miércoles, 10 de agosto de 2016
FANÁTICAMENTE MODERADOS
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