El proceso contra el hoy extinto mandatario yugoslavo Slobodan Milosevic -fallecido en su celda en el año 2006- partió de un vicio de procedimiento: primero se acusó, y luego se buscaron las pruebas.
Milosevic, el "carnicero de los Balcanes", debía recibir en La Haya un juicio equirable a los "juicios de Nuremberg" (!otro Hitler!), entre otras cosas por "genocidio" en Kosovo, antigua provincia del sur de Serbia y hoy cuasi-protectorado estadounidense.
La jurista suiza Carla del Ponte, fiscal del Tribunal Internacional para la ex Yugoslavia, escribió un libro (The Hunt: Me and War Criminals, hay traducción al español) todo parece indicar que un tanto asqueada, donde se recuerda que la instancia calculó el número final de muertos en Kosovo en dos mil 788, no todos kosovares, puesto que la cifra incluye combatientes de ambos lados (del ejército yugoslavo y del terrorista Ejército de Liberación de Kosovo-KLA, por sus siglas en inglés) y serbios asesinados por ese mismo grupo armado "informal". Es suficiente para probar que no hubo ningún genocidio en Kosovo. Cabe recordar que Anthony Blair, ex primer ministro del gobierno británico y hoy asesor del gobierno serbio, habló de "Holocausto" y que un embajador estadounidense lanzó alegremente la cifra del asesinato de 225 mil albaneses étnicos de edad entre los 14 y 59 años, jugando al número de muertos como a la Bolsa. Dicho sea de paso: ya en el terreno, el FBI (Federal Bureau of Investigation) no encontró ni una sola fosa común, como tampoco pudo hacerlo un equipo forense español.
Sucedió en cambio que 200 mil serbios y gitanos tuvieron que abandonar Kosovo bajó el hostigamiento de KLA.
De los testigos contra Milosevic,, la "estrella", Radomir Tanic, un antiguo hombre de negocios (encarcelado en 1977 en Yugoslavia por robo) y cofundador en 1992 de Alianza Cívica Serbia, fue pagado por los servicios de seguridad británicos, cinco mil euros, cash, mientras terminaba de enredarse en contradicciones en La Haya. Rade Markovic, otro testigo, debía ser otra pieza contra Milosevic, pero aquél confesó haber sido torturado y terminó declarando lo contrario de lo esperado (por los torturadores): Milosevic jamás ordenó ninguna "limpieza étnica" en Kosovo. Los detalles los dió también en el tribunal un yugoslavo "húngaro étnico", el general Geza Farkas, quien incluso probó que Milosevic ordenó castigar a quienes, en casos aislados, atacaron a kosovares (el grupo "Escorpiones"). La fosa común con unos 250 kosovares cerca de Belgrado (Batajnica), capital serbia, fue motivo de otra acusación, un supuestro transporte de cuerpos ordenado por Milosevic en camiones frigoríficos. Milosevic probó que los cuerpos fueron llevados a Batajnica cuando el jefe de Estado yugoslavo ya no estaba en el cargo y se trataba de cargarle lo que fuera para tumbarlo, anzuelo que una parte de la población serbia mordió, en el oportunismo completo..
El extinto José María Pérez Gay, el tesoro viviente Yann Meyé y "expertos" como Edit Antal perdieron, durante los años '90 (¿quién gobernaba Estados Unidos, eh?), l'occasion de se taire (la ocasión para callarse). El daño ya está hecho.
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