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sábado, 14 de mayo de 2016

EL FIN DEL SUJETO (III)

El animal recibe hoy un trato mejor que el de un ser humano: en México, un animal no puede ser "explotado" ni por ende "maltratado" en un circo, aunque tal vez se puede sobreexplotar al trapecista, al payaso o a la contorsionista al mismo título que una trabajadora de Wal Mart, 12 horas al día.
     El animal es inocente (está "en" la naturaleza), "toma todo lo que puede en" la naturaleza, recibe atenciones (domésticas o de zoológico) y hasta regalos (desde el gato con las croquetas hasta la ardilla con los cacahuates), se confunde con un paisaje al que no transforma (un animal puede jugar pero no puede tener por ejemplo un oficio), y en el límite tiene algo de depredador. El animal no asume responsabilidad por nada: un gato sale corriendo cuando tira algo (puede sentir cierta forma de verguenza porque el animal sí tiene sentimiento de sí mismo) y un perro no recoge sus "necesidades" en la calle, por lo que lo tiene que hacer el pobre dueño. Una serpiente no se disculpa por ser venenosa, un alacrán no está consciente de lo que hace en Durango (ni baila pasito duranguense), y no está aclarado por qué debería festejarse a un chacal o a una hiena.
     La ciencia está tan podrida en su anhelo por erradicar toda conciencia en el Hombre que, recientemente, un científico de la Universidad de Wisconsin quiso justificar la homosexualidad mostrando que también existe en el reino animal (entre los bonobús, las hienas, los pinguinos y los carneros en cautividad). Lo que esta ciencia está diciendo es que, siendo el Hombre "en" naturaleza, es "natural" comportarse como hiena, bonobús, carnero o pinguino. La oveja, la jirafa y el bisonte practican el sexo anal, así que ¿por qué el hombre no haría lo mismo? Lo que el científico está diciendo es: "háganle como ciertos animales" (una minoría, por cierto), y no ofende a nadie. Toda la adoración por las mascotas, más allá de cierto límite, consiste en ver en ellas, al ocaso, el sentimiento de sí mismo que el Hombre ha perdido (que lo diga si no Brigitte Bardot, que se refugió en los animales decepcionada de los Hombres), en soñar con un estado natural donde se recibe y se "toma" incluso al grado de depredar sin más, y en donde está la coartada para la conciencia propia de que, al fin y al cabo, nadie es responsable de sus actos, ni en sociedad ni ante sí mismo. A los seres humanos no se los educa: muy a lo sumo, se los domestica, se los amaestra o se los adiestra, como en el circo.

FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...