Todo parece indicar que Estados Unidos y sus "socios" decidieron comenzar el ataque de "espectro completo" (Full-Spectrum) contra la Federación Rusa, utilizando todas las formas de presión a la mano: militares, pero también políticas, económicas y "psicológicas". Desde el punto de vista militar, no parece que Occidente tenga la victoria asegurada (entiéndase comprada), ya que Rusia ha obtenido defensas suficientes (ahora incluso en los mares, Atlántico incluido, con el submarino Yasen, muy difícil de detectar). Desde el punto de vista político, hoy parece muy difícil una "revolución de colores" en Rusia, ya que Moscú, a diferencia de Bejing, capital china (en China habría unas 7 mil ongs), ha limitado la actividad de las organizaciones no gubernamentales (ongs) extranjeras: en marzo de 2015, el mandatario ruso, Vladimir Putin, decidió que podían ser una amenaza a la seguridad nacional y desde 2012, por lo demás, estas organizaciones tienen que registrarse como "agencias foráneas" si reciben financiamiento externo -una medida que es lógica. La popularidad de Putin sigue siendo muy alta y no hay partido de oposición desafiante, ni siquiera el Partido Comunista de la Federación Rusa.
La esperanza de Occidente es que las sanciones económicas resquebrajen la cohesión social y étnico-nacional al grado de provocar un conflicto interno que permitiría intervenir en nombre del "humanitarismo". Tampoco las sanciones económicas han funcionado como se esperaba, sin embargo (aunque un tercio de los rusos vive en la pobreza). Vladimir Lepiojin, analista de RIA Novosti, ha escrito que la guerra que está en marcha es en realidad "por las palancas de las conciencias de las masas y élites". La tarea, dice, es "desarmar al enemigo de manera voluntaria o causar una guerra civil en su territorio, algo que ya ha sucedido en Ucrania y debe suceder, según los diseños de los estrategas occidentales, en Rusia". Stratfor, centro de análisis al servicio de la Central de Inteligencia Americana(CIA), ha calculado el alejamiento de Belarus, la reactivación de conflictos en el Caúcaso, la vuelta del noroeste de Karelia a Finlandia y la "salida" del Lejano Oriente ruso.
Occidente buscaría utilizar redes sociales y grandes empresas de tecnologías informáticas, pero hay más: en la radio rusa no hay más de 10 % de programación nacional y en el cine el 80-85 % de la programación es extranjera, pese a que Putin ha tomado medidas para que no más del 20 % de los medios estén en manos foráneas. Los medios de comunicación rusos tienen casi siempre tal programación que parecieran servir a esa "quinta columna" que consumiendo imita en todo a Occidente, detesta lo ruso y tiene un pie afuera. No es raro que los habitantes de Rusia y la ex Unión Soviética en general estén completamente extraviados sobre su mundo y sobre el entorno externo: es el gran punto a favor de Occidente, la victoria ideológica-psicológica, que puede alentar a Washington a seguir con sus planes.
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