La aristocracia financiera no argumenta. Hace psicodramas para el público y tal vez hasta querría que una guerra nuclear suceda como un happening. Así que resulta que el precandidato republicano Donald Trump merece "acoso soxial" y un psicodrama que lo tilde de tener un discurso de "odio" contrario, se entiende, al de "amor y paz" con el que los globalizadores bombardean países ("humanitariamente") y saquean el planeta, convenciendo -ciertamente, con habilidad- a las víctimas de que es lo mejor para ellas. Trump es "un peligro para México" y su discurso "no lo tiene ni Obama". Trump es además el "candidato del Kremlin", tal vez porque Hugo Chávez está muerto.
Trump se ha preguntado: ¿por qué tiene Estados Unidos que hacer de policía en el planeta?¿Por qué debe seguir contra Rusia cuando la Unión Soviética desapareció hace 25 años?¿Por qué coleccionar guerras inútiles de Iraq a Libia?¿Es necesario andar amenazando con el arma nuclear? Resumamos: no parece que Trump quiera que la forma de sobrevivencia de Estados Unidos sea el pillaje de los recursos de los demás para, además, favorecer nada más a unos ricos a quienes quiere aumentarles impuestos.
¿Qué Trump no sabe lo que hace? Sí sabe. Su principal objetivo es China, a riesgo de abrir el "segundo frente" que los globalizadores no han querido abrir. ¿Quienes atacan a Trump podrían por lo menos leer su programa en la Web, o les da Web? Trump quiere que se revise el problema de la propiedad intelectual de tal modo que las empresas estadounidenses no tengan que compartir tecnología con China, acusada de "piratear"; que China abra más su mercado a los productos extranjeros y modifique el tipo de cambio de su moneda; que se bajen impuestos a empresas que produzcan en Estados Unidos en vez de irse a China; que se obligue a China a tener un poco más de cuidado con la ecología y a elevar los impuestos del trabajo, de tal forma que termine la mano de obra barata. Trump, ciertamente, no es pacifista: su programa lo dice, quiere aumentar la presión militar contra China, lo cual desembocaría seguramente en nuevas tensiones. El actual mandatario estadounidense, Barack Obama, también se ha reservado esa posibilidad (visitó Vietnam para venderle armas y enemistar a este país con China, dividiendo para imperar, y hará lo mismo en Japón).
Lo del muro en la frontera con México es secundario: el único muro que México puede costear es uno en un Face. ¿Trump, fascista? Tiene entre sus principales apoyos el del magnate judío Sheldon Adelson, la persona más rica de Estados Unidos en 2016 y dueño de negocios importantes en Las Vegas, Nevada. "Volver a hacer grande a Estados Unidos" suena utópico y Trump no es agradable, pero tampoco es asunto de psicodrama: es de un "cambio en la jugada" insoportable para los globalizadores, a quienes ni siquiera les importan "sus" ciudadanos: de otro modo no les darían empleos chatarra para consumir chatarra china.
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