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lunes, 16 de mayo de 2016

AMERICA LATINA ENTRA EN DECADENCIA

América Latina, salvo en muy contadas y pequeñas excepciones, ya no tiene ningún aparato productivo nacional propio. Pudo beneficiarse del auge de ciertas materias primas y productos agrícolas, pero ahora está en manos de la fracción hegemónica del capital, la financiera. Jorge Beinstein, en un artículo reciente ("Origen y auge de las lumpenburguesías latinoamericanas"), señala que "las élites dominantes locales no son el sujeto de una nueva gobernabilidad sino el objeto de un proceso de decadencia que las desborda, peor aún, esas lumpenburguesías aportan crisis a la crisis más allá de sus manipulaciones mediáticas que tratan de demostrar lo contrario, creen tener mucho poder pero no son más que instrumentos ciegos de un futuro sombrío". Ese futuro "lumpen" se adivina desde el regreso del paramilitarismo en Colombia y la persistencia de fuertes bolsones de inseguridad en México (de Morelos a Nuevo León, pasando por Colima y Tamaulipas) hasta las conexiones fraudulentas del dirigente de Fuerza Popular en Perú, de Keiko Fujimori (Joaquín Ramírez, acusado por la Drug Enforcement Administration-DEA estadounidense de lavado de dinero). Se inspira en el poco interés de las élites -más oligárquicas que burguesas- en la inversión y el largo plazo: es, según Beinstein, "(...) el inicio de un gigantesco saqueo donde cada banda de saqueadores obtiene el botín que puede obtener en el menor tiempo posible, y luego de conseguirlo pugna por más, a costa de las víctimas pero también si es necesario a costa de sus competidores".
     No hay burguesía como tal por el predominio financiero: "en el comando de la nave capitalista global, escribe Beinstein, comenzaban a ser desplazados los burgueses titulares de empresas productores de objetos útiles, inútiles o abiertamente nocivos y su corte de ingenieros industriales, militares uniformados y políticos solemnes, y empezaban a asomar especuladores financieros, payasos y mercenarios despiadados, la criminalidad anterior medianamente estructurada comenzaba a ser remplazada por un sistema caótico mucho más letal".
      Cierta izquierda, cuando no está ebria de retórica y alcanza a ver que la "recuperación" estadounidense de América Latina tiene algo que ver con una geopolítica global, no pasa (como el brasileño Leonardo Boff o incluso el economista mexicano Arturo Guillén) de creer en algún conflicto con China que no es el principal (como nada tienen que ver los BRICS -Brasil Rusia India China Sudáfrica, puesto que ni India ni Sudáfrica han sido objeto de embates). Mientras las oligarquías latinoamericanas, "aves carroñeras de la periferia", como lo sugiere Beinstein, quieren entrar al festín del póquer de los lobos de Wall Street, el mismo Beinstein sugiere que "en realidad estamos ingresando en una nueva etapa de duración incierta marcada por una crisis deflacionaria global que se va agravando acompañada por señales alarmantes de guerra", una guerra dirigida por lo pronto (y a reserva del rumbo que tome Beijing) contra Rusia, no contra China, salvo que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) vaya tontamente en una dirección completamente distinta de la escogida por nuestros chinófilos.

LAS BUENAS CONCIENCIAS

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