Según informó hace poco el presidente ruso, Vladimir Putin, Rusia está a cuatro años (para el 2020) de conseguir la autosuficiencia alimentaria. Primera ventaja: por contraste con los estadounidenses y otros, los rusos dejarán de comer, a diferencia de los años Yeltsin, alimentos "enriquecidos" con toda clase de químicos (pesticidas, herbicidas, fertlizantes, antibióticos, hormonas) peligrosos para la salud (hasta el pescado noruego es más radioactivo que el que se encuentra incluso cerca de Chernóbil en Ucrania), pero beneficiosos para el agronegocio. La agricultura rusa es orgánica y cuenta con las "tierras negras" (chernozem), de las mejores del mundo (desde el sur de Siberia hasta las regiones de Kursk, Lipetsk, Tambov y Voronezh, con mucho humus, y alto porcentaje de fósforo y ácido fosfórico), pero hasta hace poco mal trabajadas por propietarios ociosos. Estas tierras están en mucho mejor estado que las estadounidenses privadas de micro-organismos por el agronegocio, al igual que en China.
La agricultura soviética tuvo fallas serias en la segunda posguerra y Moscú tenía que importar granos, incluso de Argentina, en plena dictadura. Sobre todo a partir de 1972, la Unión Soviética tenía que usar parte de sus ingresos por petróleo, en dólares, para importar incluso de Estados Unidos, para beneficio de empresas como Cargill y Continental Grain, a precios astronómicos negociados por el entonces secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger (el negocio fue conocido como el "gran robo de granos del siglo"). Estas empresas eran subsidiadas a cuenta del contribuyente estadounidense. Ahora, la Federación Rusa exporta productos agrícolas (Rusia, Ucrania y Kazajstán exportan casi el 20 % de los granos a nivel mundial, aunque Ucrania está en crisis).
Los productos "enriquecidos" estadounidenses están prohibidos en Rusia desde 2014, en respuesta a las sanciones occidentales. Según cifras de William Engdahl (The 4th media), desde la prohibición de importar, la producción de carne y papa ha crecido en Rusia en un 25 %, la de puerco en 18 %, la de queso y queso cottage en 15 %, la de carne de pollo en 11 % y la de mantequilla en 6 % (la de vegetales, en 3 %). Agreguemos que, enhorabuena, hay gente en Rusia que ha salido del rentismo y ha puesto a trabajar recursos impresionantes -la cantidad de tierras es enorme-
que estaban ociosos simplemente porque la gente quería "consumir occidental".
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