Seguramente la derecha brasileña ha estado usando mañas para deshacerse del "lulismo", y no parece que ese espectro político se caracterice por la inteligencia: esperan una destitución vestidos con la "verde-amarilla" de tal forma que no queda claro si creen que es política o que simplemente Romario o Bebeto deben salir a la banca para que entre Kaká.
Lo del "golpe de Estado" suena atractivo para que una izquierda en plena retirada se vista de heroísmo, puesto que habrá sido víctima de varios golpes de Estado, unos militares "duros" y otros "blandos", de tal modo que las víctimas puedan seguir pasando a cobrar la indemnización en las universidades que remuneran religiosamente los ejercicios de buena conciencia. Después de todo, la izquierda latinoamericana más reciente tiene desde "la larga noche neoliberal", como la llaman, algo así como el "síndrome de José Alfredo": comienza siempre llorando, y así llorando se acaba, porque desde afuera asoman todos los culpables y desde dentro no existe ninguna responsabilidad. Por cierto, es encantador el machismo de Lula: cuando el oficialismo se ha gastado todo su "capital político" con sus amantes del Partido Progresista y el Partido del Movimiento Democrático Brasileño, el ex líder sindical le va a pedir prestado a Joao Pedro Stédile, líder de los Sin Tierra, "otro tanto" que nunca le devolverá y algunos miles de manifestantes, como si Stédile fuera "la incondicional y la misma de ayer, la que no espera nada", parafraseando al analista político mexicano Luis Miguel.
En una reciente entrevista reproducida por el portal de Rebelión, Frei Betto no se atrevió a tanta desfachatez y quiso reflexionar sobre lo ocurrido adentro del proceso: "no tratamos, dijo, de organizar y politizar a la gente, por ejemplo cuando Lula llegó al gobierno mucha gente pensó que ahora el gobierno era una gran vaca que tenía que tener una teta para cada boca, y muchos movimientos sociales ya no actuaron con decisión, con coraje". Según Frei Betto, "no se ha hecho un trabajo de base, en el sentido de organizar políticamente al pueblo", y en vez de organización se promovió el asistencialismo. Las organizaciones políticas con trabajo desde abajo se quedaron esperando y da pena verlas obligadas, como le ocurre al Movimiento de los Sin Tierra, a darle apoyo al lulismo que no las tomó en cuenta en el esplendor del poder. Es un futuro compartido por Argentina, Brasil y Venezuela, que ni a populismo llegaron (supondría un esfuerzo de cooptación por corporativización que no existió, ya que nunca se fue más lejos de la demagogia). ¿Qué han hecho los gobiernos brasileños del Partido de los Trabajadores (PT)? "Han tratado, dice Frei Betto refiriéndose al asistencialismo, que el pueblo se haga de bienes personales: computadora, nevera, teléfonos celulares, y no de los bienes sociales: educación, salud, vivienda, saneamiento colectivo, etcétera. Entonces creó mucho más una nación de consumistas que una nación de ciudadanos". ¿También en Brasil, como en Venezuela, se va a silenciar cualquier intento de reflexión en nombre de la sempiterna "urgencia de la acción", porque los líderes sociales siempre están "urgidos", al estilo de Cristina Fernández de Kirchner, alias "Bebita Perón", que sigue en pleno romance con la retórica para trascender como sea ("me podrán meter en la cárcel pero nunca me podrán callar", frase digna de ser grabada en mármol, para variar)?
Mi lista de blogs
FANÁTICAMENTE MODERADOS
En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...
-
(de introducción, Inés Ochoa en el Teatro Nacional de El Salvador) El presidente salvadoreño Nayib Bukele no ha dejado de ser polémico. ...
-
El hecho de que Andrés López Obrador, presidente mexicano saliente, haya sido un luchador social se plasmó en su idea de cambiar la socieda...
-
La comparación de uno que otro país de América Latina con Puerto Rico tiene como fin destacar lo siguiente: la pérdida casi completa de sob...